Podría decirse que de pequeño fui un pequeño ratón de biblioteca. Con la diferencia y suerte de que mi madre me financiaba todos los libros que quería leer, así que no era necesario acudir a una biblioteca para conseguirlos. Mis lecturas infantiles creo que marcaron mucho la temática y el tipo de escritura que he ido desarrollando durante todo este tiempo, centrada básicamente en la fantasía, la ciencia ficción y el misterio. Así que por mis manos pasaron los cuentos de Hans Christian Andersen, en especial La Reina de las Nieves (con unas ilustraciones que me daban miedo), los libros de un personaje llamado Kásperle, grandes clásicos de la literatura editados por Bruguera que incluían en cada página una versión comic de la historia (y que supongo que influirían en la otra de mis grandes pasiones), libros de Elige tu propia aventura y demás clones, los libros de Los Tres Investigadores de Alfred Hitchcock o Los Hollister, El Barón de Münchhausen, La Historia Interminable, La Isla del Tesoro, la obras de Julio Verne ("De la Tierra a la Luna", "Cinco Semanas en Globo", "Miguel Strogoff" o "La Isla Misteriosa", que estoy releyendo en estos momentos) y la recopilación de Sherlock Holmes en tres volúmenes que tengo preciosos y que sería una de las cosas que salvaría en un incendio. En cierta forma, mi vecino fue el causante de mi adicción a la lectura y al coleccionismo de libros. Con él empezamos una sana competición por ver quién leía más. Y seguramente, él me ganó, pero debo agradecerle eternamente esta extraña rivalidad, pues quizás no me hubiera atraído de otra forma al mundo de la escritura. Gracias Pedri, estés donde estés!! :)
Luego llegaron los años en los que otras distracciones me llevaron a olvidar la literatura casi por completo. Los primeros ordenadores, los comics, los estudios, etc. Así que de esa etapa oscura sólo puedo decir que fue cuando mi mente empezó a crear historias y cuando realmente me volqué a escribir en la medida de lo posible.
Pasados muchos años y llegados a la actualidad, estoy intentando recuperar la afición. En primer lugar porque muchos de los consejos para escritores apuntan a que para aprender a escribir (o escribir bien), además de escribir MUCHO, es necesario leer MUCHO MAS. Porque leer hace que, inconscientemente, se te graben en la cabeza vocabulario, formas y estructuras que te permiten juzgar posteriormente si un texto es bueno o no, si esa idea es necesario desarrollarla más o recortarla (incluso borrarla :S) y los mecanismos intrínsecos de la escritura.
En ese sentido, supongo que he sido un escritor atípico, ya que durante este tiempo he ido edificando mi casa por el tejado, con los cimientos que mis lecturas infantiles y juveniles me habían proporcionado. Pero he tenido un motivo por el cual hacerlo. Además de la excusa eterna del tiempo, intenté huir de influencias para crear historias originales, no contaminarme con argumentos ya escritos. Aunque recientemente, en un curso de escritura de relatos al que me apunté, pude comprobar que no era el único al que le había ocurrido eso de abandonar la lectura.
Luego llegaron los años en los que otras distracciones me llevaron a olvidar la literatura casi por completo. Los primeros ordenadores, los comics, los estudios, etc. Así que de esa etapa oscura sólo puedo decir que fue cuando mi mente empezó a crear historias y cuando realmente me volqué a escribir en la medida de lo posible.
Pasados muchos años y llegados a la actualidad, estoy intentando recuperar la afición. En primer lugar porque muchos de los consejos para escritores apuntan a que para aprender a escribir (o escribir bien), además de escribir MUCHO, es necesario leer MUCHO MAS. Porque leer hace que, inconscientemente, se te graben en la cabeza vocabulario, formas y estructuras que te permiten juzgar posteriormente si un texto es bueno o no, si esa idea es necesario desarrollarla más o recortarla (incluso borrarla :S) y los mecanismos intrínsecos de la escritura.
En ese sentido, supongo que he sido un escritor atípico, ya que durante este tiempo he ido edificando mi casa por el tejado, con los cimientos que mis lecturas infantiles y juveniles me habían proporcionado. Pero he tenido un motivo por el cual hacerlo. Además de la excusa eterna del tiempo, intenté huir de influencias para crear historias originales, no contaminarme con argumentos ya escritos. Aunque recientemente, en un curso de escritura de relatos al que me apunté, pude comprobar que no era el único al que le había ocurrido eso de abandonar la lectura.
Así que en esa tesitura me encuentro actualmente. Intento ponerme al día de todo lo que me he perdido durante estos años alejado de los libros. En mi mesa tengo muchos de ellos amontonados que esperan que el trabajo, los estudios y la escritura les cedan algo de protagonismo. Tras La Isla Misteriosa tengo esperando Las Puertas de Anubis de Tim Powers (por lo que cuentan, la primera novela Steampunk, un movimiento que me encanta), el segundo libro juvenil de una conocida, el Tokio Blues de Haruki Murakami, y varios de Neil Gaiman, al que tras venerar como escritor de comics y enfadarme con él por dar por finalizado The Sandman hasta el punto de evitar comprar sus libros con la intención de boicotearlo para que volviera a ese personaje (iluso de mí), me he reconciliado y me estoy poniendo al día con su prolífica obra. Eso sí, de El Libro del Cementerio, que ha recibido numerosos premios, entre ellos el Hugo del 2009, me esperaba más... :)
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