Si en mi infancia tuve aquellos referentes puramente literarios que os comentaba el otro día, en mi adolescencia fue el mundo del cómic el que suplió mi distanciamiento con la literatura. Nunca he considerado el comic como un arte menor, sino como cierta forma de "literatura ilustrada". En mi opinión, las notas trágicas y dilemas morales de un personaje como Batman, el Born Again y el Sin City de Frank Miller o el Watchmen de Alan Moore serían dignos de aparecer impresos en papel sin viñetas, y no tendrían nada que envidiar a grandes novelas. Incluso el Bone de Jeff Smith.
Las tiendas de comics de Barcelona aún deben recordar aquellos tiempos de mi afán de coleccionista, cuando mis incursiones les dejaban unos cuantos miles de pesetas por series como los diversos grupos de mutantes (Patrulla-X, X-Men, etc), Spiderman y demás personajes que ya debéis imaginar. Pero con el tiempo, mi interés empezó a desviarse hacia comics más "adultos" (qué poco me gusta poner esa palabra ahí). En especial caí en las redes del subsello Vértigo de DC Comics, una división que apostaba por argumentos originales y contenidos no tan políticamente correctos como los que se veían en los comics tradicionales. Porque como en la literatura propiamente dicha, existen comics concienzudos y comics para pasar el rato, y en Vértigo eran los primeros los que reinaban. Y así fue como se cruzó por mi camino The Sandman, la obra del, por aquel entonces, primerizo Neil Gaiman.
La publicación de este comic en España durante los 90s fue un auténtico caos, hasta el punto que empezó en una editorial (la carismática Ediciones Zinco) y acabó en otra (Norma Editorial). A los que ahora disfrutais de esos volúmenes fantásticos que hay disponibles en la actualidad, imaginaos la odisea que suponía por aquel entonces encontrar aquel ejemplar de grapa que te faltaba para completar la colección. Cuando los números de Zinco empezaron a escasear en las tiendas de comics (durante los varios años que duró el parón de publicación de la serie en España), no quedaba otra que recurrir a los mercadillos (y por suerte, en el ÚNICO e IRREPETIBLE Mercat de Sant Antoni, pude conseguir los míos). Luego llegaría Norma Editorial para publicar lo que quedaba inédito en nuestro país y para empezar con las tandas de reediciones en los múltiples formatos que han ido apareciendo desde entonces hasta nuestros días.
Durante ese tiempo, la obra literaria de Neil Gaiman había permanecido inédita en nuestro país, hasta la aparición de la colección Brainstorming de Norma Editorial. En ella se publicaron varias de sus novelas y un par de recopilaciones de relatos propios o inspirados por sus personajes. Hoy en día esas ediciones están descatalogadas (y aprovecho para pedir que, si alguien tiene Neverwhere y se quiere deshacer de él, se ponga en contacto conmigo a través de escribiendoalgogrande @ gmail.com, gracias :P)
Lo que me ha atraido siempre de la obra de Neil Gaiman ha sido su capacidad y talento para la creación de historias. Que tenga esa habilidad para conjugar elementos de lo más variopintos y crear historias sorprendentes. Que sea capaz de personificar a Sueño y sus hermanos (The Sandman) de la misma forma que lo hace con una estrella (Stardust). Que pueda retratar el retiro de los Dioses en Estados Unidos (American Gods) o la llegada de una niña a una nueva casa en la que se oculta una realidad totalmente inesperada (Coraline). Por no hablar de la multitud de historias cortas que ha escrito, donde cambia a un padre por un par de peces de colores (El día que cambié a mi padre por dos peces de colores) o la historia de un fantasma que pide un abrazo (Abrázame en Hellblazer, un relato que me cautivó). A propósito de su inspiración, hay un escrito mítico de este autor en el que comenta de donde obtiene sus ideas que me parece que nos puede servir a todos: Where do you get your ideas?
Es en ese sentido en el que he intentado "imitar" (aunque no le llegue a la suela de los zapatos) su filosofía. Aunque también debo decir que si en el cómic sus historias me enamoraron, en cuanto a sus novelas tengo cierta relación de amor-odio. Por nombrar las últimas, El Libro del Cementerio me ha parecido algo floja, Coraline sí me pareció estar más en la línea de sus antiguas historias. Aún me queda por leer alguno de sus libros, porque aunque los he ido consiguiendo pese a mi intento de boicot (redoble de tambores) NO HE TENIDO TIEMPO (¿os suena esa excusa barata?).
Por último, comentar que le he saludado en persona en las dos ocasiones que ha venido a Barcelona (la primera en 1997 para el Salón del Comic y la firma en la librería Norma Comics, y la segunda en la misma librería, presentando Coraline). Eran tiempos en los que yo tenía más pelo y él menos bolsas debajo de los ojos. La verdad es que me hizo mucha ilusión cruzar un par de frases con él y que me firmara alguna que otra cosilla. Y esos encuentros han rondado en mi cabeza desde entonces, fantaseando con llegar a ser algún día lo que ha llegado a conquistar él...
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