Me parecía bastante lógico que, si vais a acompañarme en esta andadura, sepáis algo más de vuestro compañero de viaje antes de poner los pies en tierras inhóspitas. La verdad es que esto de definirse uno mismo resulta algo chocante. No recuerdo exactamente como lo hice en mi anterior experiencia por estos lares, pero también es cierto que aquella persona que lo hizo, allá por Enero del 2002, no es exactamente la misma. Muchas cosas han pasado desde entonces, muchos cambios, trabajos, amigos, ausencias, amores... Y aunque considero que en el fondo sigo siendo aquel chaval de mente inquieta de aquellos tiempos, también sé que he madurado (o más bien, la vida me ha hecho madurar).
Empecé a escribir desde muy pequeño. Y realmente no fue por vocación (aunque con el tiempo me he dado cuenta de que siempre me ha gustado). Simplemente empezó como excusa para poder utilizar la máquina de escribir de mi padre. Una Olivetti Lettera 35 que siempre dormía en el interior de su maletín negro y que aún está guardada en un rincón de mi casa. Para mí era todo un acontecimiento ese momento. Los niños de los 80 no estábamos acostumbrados a cosas tan sofisticadas. Así que me ponía en la mesa de una pequeña habitación del piso que llamábamos "la salita" (y que finalmente acabó siendo mi "despacho" para hacer los deberes del colegio y mi sitio de recreo) y tecleaba y tecleaba (siempre y cuando no fuera muy tarde, ya que el ruido de aquellos -mágicos- artilugios del siglo pasado era capaz de despertar a un regimiento). De aquellas primerizas historias escritas siendo pequeño desgraciadamente no conservo ninguna. Y la verdad es que me hubiera gustado saber si tenían alguna coherencia o eran simplemente retazos inconexos.
Ya siendo algo más crecidito, hacia los 10 años, empecé a escribir guiones para obras de teatro que representábamos en clase y sobretodo, relatos para presentar a concursos que se camuflaban como trabajos de las asignaturas de lengua. Ahí es donde empecé a descubrir mi amor por la creación de historias, y donde empecé a perfilar mi búsqueda incansable de argumentos nuevos. Porque esa es una de mis luchas interiores como escritor (suena grandilocuente cuando lo escribo, yo casi me definiría como "escritorzuelo"). No me gusta (y de hecho no llego a escribir) nada que yo tenga conocimiento de haberse escrito ya. Con eso me refiero a escribir la típica historia de amor o el típico cuento manido. Trato de ser lo más original posible, tanto en el planteamiento como en los personajes. Otra cosa es que me salga mejor o pero ese intento. Pero la intención está siempre ahí, y es una pequeña marca de la casa que no he olvidado en todo este tiempo.
Un empujón muy importante a mi "carrera" (si se le puede llamar así) fue ganar uno de esos concursos literarios que concertó el ayuntamiento de mi ciudad. Por aquel entonces estaba en bachillerato y muchos de mis compañeros por aquel entonces incluso llegaron a insinuarme que debería haber elegido "letras" para continuar con mi carrera de escritor incipiente). La verdad es que personalmente el relato no me gustó. Creo que con anterioridad había escrito alguno mucho mejor. Pero tenía una nota de originalidad que supongo que fue lo que convenció al jurado. Lo mejor fue poder recoger el premio en la sala de plenos del ayuntamiento y posteriormente ir a la librería más importante de la ciudad y gastar mi cheque regalo de 10.000 pesetas en comics y libros de Tintin. Menuda gozada.
Fruto de esa experiencia en el colegio y de la posterior siendo adolescente, fui recopilando ideas para futuros relatos que iba anotando en folios y que guardé en una carpeta que aún conservo (como no). Y con algunas de ellas bajo el brazo y ya en tiempos universitarios (¿quizás debería haber dicho antes que acabé por no hacer caso a mis compañeros y que soy Ingeniero Informático?) empecé a presentar algún relato a premios literarios locales (sobretodo de género fantástico y ciencia ficción). No es que haya enviado muchos, no os creáis. Quizás fueron cinco o seis. Porque otra de las cosas que me persiguen, como un fantasma errante pidiendo explicaciones, es mi auto corrección eterna. Cuando me enfrasco en escribir algo, doy mil vueltas a las frases y quinientas a las palabras de manera que todo encaje perfectamente, como en un puzzle. Estas manías de editor me han convertido en mi propio peor enemigo y, naturalmente, me han convertido en un "escritor" con muchas ideas pero una producción muy pequeña. Porque mis relatos, si no fuera por las fechas de los concursos, nunca estarían acabados y nunca serían perfectos. Siempre le podría sacar alguna puntillita más. Esto mismo es lo que me está pasando con cierta novela de la que pronto os hablaré.
Así que con la aparición de los blogs (un mundo en auge por aquel entonces) y dado que mis relatos parecían no cuajar demasiado, me embarqué en la escritura como auténtica necesidad y abandoné momentáneamente mis relatos y mi afán por convertirme en un buen escritor, para convertirme en una más de estas pequeñas casitas de muñecas que pululan por la red. La verdad es que la experiencia, literariamente, fue positiva, ya que me obligaba a escribir con un ritmo más alto (aunque no lo hacía diariamente) y, aunque no era una producción tan imaginativa, siempre intentaba bañar mis posts de toques fantásticos e imaginativos (cada vez que escribo algo así, mi vergüenza crece por momentos) para no convertirme en el típico blog "hoy he ido a nosédonde y he comido noséqué".
Escribí con bastante regularidad en el blog durante cinco o seis años, hasta que, como todo bloguero, llegué a un punto de saturación y empecé a hacerlo de manera más esporádica. Las típicas excusas de obligaciones y poco tiempo, ya sabéis. El caso es que aunque el blog no ha muerto (y aquí no quiero daros más datos de él para mantener mi anonimato), el ritmo de posts es bastante bajo.
El 2004 fue un año muy movido para mí, marcado por la muerte de mi madre y el momento en que conocí a mi actual pareja. Estos dos hechos han influido mucho en mi "dejadez" con la escritura, aunque no la he abandonado en absoluto, y de hecho, este blog es un intento para que no muera y para ayudar a otras personas en mis mismas circunstancias. Ese mismo año traumático fue el año en que empecé a escribir mi novela. Pero esa es otra historia y merece ser contada en otra ocasión... :)
Por hoy ya ha sido bastante, pero si queréis conocer algún detalle más sobre mí, podéis escribir un mail a escribiendoalgogrande@gmail.com o dejando un mensaje en www.twitter.com/escribiendoag.
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